La semana pasada nuestro profesor nos propuso en clase una actividad de lo más curiosa: debíamos hacer un diagrama, como los de la bolsa por ejemplo, pero sobre nuestro grado de felicidad a lo largo de nuestra (corta) vida. La primera reacción fue: "¿y cómo hacemos eso?" En un diagrama sobre la felicidad, los valores corresponden a diferentes momentos de nuestra vida que para nosotros son relevantes. Esos momentos son tanto buenos y alegres como malos y tristes.
Entonces, cada uno tiene que pensar qué momentos en su vida le han marcado de alguna manera, y representar su grado de felicidad. Cuanto más alto, obviamente, más felices nos hemos sentido, y al revés. Cuando miré atrás, me di cuenta que la vida (en concreto la mía) no es una recta constante en el punto más alto, ni mucho menos. Es cierto que aún queda mucho por vivir, demasiadas experiencias que no conocemos, pero las ya vividas suponen varias caídas en mi gráfico. E igual que existen recesiones, también hay momentos de gran altura, mis mejores recuerdos.
Este ejercicio de retrospectiva te hace reflexionar sobre cómo influyen las situaciones en tu estado de ánimo más importante, tu felicidad, a saber valorarlos y a asumir que en el futuro no todo serán sonrisas, ni tampoco llantos.
Javier
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